Monday, January 23, 2006

Fuentes historicas del Cristianismo

ERNESTO GUEVARA FLORES
Historiador

http://www.geocities.com/
Athens/Olympus/9234/guevara.htm

El documento literario cristiano más antiguo es el Apocalipsis de Juan, del 68-59 d.c. hecho por un Juan de la isla de Patmos, uno de los profetas de la venida del Mesías. Juan se dirige a las siete ekklesías [comunidades] de Asia Menor que esperan la llegada de Cristo pero llamándolos aún judíos y todavía no cristianos.

Aquí Juan cuenta visiones reveladas del ''fin del mundo'' próximo y del ''juicio final'' que haría Cristo ''el cordero de Dios'' al mundo pecador y sobre todo a la ciudad de Babilonia, una gran prostituta (Roma) sentada sobre un animal de siete cabezas (los emperadores) que le hace la guerra a los ''santos'', es decir los creyentes; Cristo al frente de un ejército de justos, precipita al animal y sus secuaces en la hoguera de la gehena [castigo] creando luego un nuevo cielo y una nueva Tierra, construyendo la nueva Jerusalén, y resucitando los justos a la vida eterna en un reinado bienaventurado de Cristo sin fin.

El Apocalipsis es el libro de lenguaje más oscuro y esotérico del Nuevo Testamento, pero por su acento guerrero y apasionado de lucha por la supervivencia religiosa, estaba claramente destinado a reafirmar la fe en el Asia Menor romana en tiempos de persecución, usando recursos de la tradición profética judía. A partir de aquí, este Euanggeliôn ('Buena Nueva' en griego) del próximo advenimiento del Salvador fue extendida por emigrantes, esclavos capturados, peregrinos y sobre todo por apóstolôs ['enviados' en griego, seguidores que difunden y propagandizan la doctrina de Jesús]; siendo favorablemente acogida por esclavos, pobres, afligidos y sobre todo por las mujeres. Todos los sectores no romanos desfavorecidos por la dominación romana, pero también por los estados asiáticos y orientales.

A estas primeras comunidades cristianas se les llama, en términos históricos y sobre todo artísticos, Epoca Paleocristiana. A su vez, estas comunidades, al tener asambleas religiosas, reciben el nombre griego de ekklesias. De aquí se genera el nombre Iglesia, de vital importancia para el cristianismo posterior. Simple grupo judío al inicio, el movimiento adquirió un carácter masivo, primero en las provincias orientales de lengua griega, como Asia Menor y Egipto; y luego en las provincias occidentales romanas de Europa Mediterránea. Para el siglo II d.c. surgió una literatura oral y luego escrita , en hebrero pero sobre todo en griego, de sermones, epístoles [cartas] y ''revelaciones'', obras llenas de leyendas y mitos, que las iglesias intercambiaban.

Del 100 al 130 d.c. se formó y extendió entre los creyentes en Cristo (cristianos, como empezaron a llamarse) el mito de que Cristo, ''rey de los cielos'' había venido ya a la Tierra en la forma de un hombre humilde llamado Jesús de Nazaret (pueblo palestino) sufriendo en persona todos los sufrimientos de los pobres. Sobre esto se compusieron multitud de Evangelios [Buenas Nuevas], cuatro de los cuales, llamados canónicos [del griego kanôn o regla), son los más aceptados: los de Marcos, Mateo, Lucas y Juan. Los tres primeros son llamados evangelios sinópticos, por la unidad de exposición que permite la comparación simultánea.

Según éstos, Jesús nació en tiempos de Augusto en la familia del carpintero galileo-palestino José de Nazaret, de la esposa de dicho carpintero, María, virgen al no consumarse aún el matrimonio y por esto llamada ''Virgen, y concebida por el Espíritu Santo''. Jesús vivió oscuramente 30 años, luego profetizando, curando y resucitando por la palabra, y reuniendo muchedumbres de pobres a las que predicaba humildad; los sacerdotes judíos de Jerusalén y las autoridades romanas de ocupación lo consideraron rebelde y el sanedrín lo condenó a la crucifixión, sentencia confirmada por el procurador romano de Judea, Poncio Pilatos.

Jesús fue crucificado, resucitó al tercer día y fue por tanto el primer hombre que venció a la muerte. Subió al cielo y prometió volver a la Tierra para juzgar a vivos y muertos y establecer su reinado eterno. Esta tradición evangélica es un mito religioso, ya que hay fuertes elementos de la mitología común de la época, pero sobre todo porque las fuentes históricas de esos tiempos no contienen una sola mención de Jesús de Nazaret.

Ni el más grande historiador romano Cornelio Tácito en sus Anales y en Historias (que cubren del 55 al 120 dc en 16 libros), ni en Vidas Paralelas del griego Plutarco o el romano Suetonio en Vidas de los Doce Césares; ni en la Historia romana del asiático Apiano (24 libros), que escribe en griego a mediados del siglo III. La Historia Romana (80 libros) del griego Dión Casio tampoco contiene datos al respecto. Todos ellos narraron la historia de la expansión romana en Asia Menor, incluida Judea y Palestina.

Hay registros en cambio, en los autores paleocristianos, de que las ekklesias primitivas ya mencionadas estaban organizadas en comunidades de ayuda mutua, con miembros viviendo en campamentos esperando el ''fin del mundo'', y dirigidos por presbíter [sacerdotes ancianos] ayudados por diáconos. Entre esos cronistas romanos cristianos están Eusebio de Cesárea, sabio de la Iglesia, que en el siglo III dc escribió la primera Historia eclesiástica universal, usando diversas tradiciones cristianas y las obras de los escritores de la Iglesia, y los archivos del Estado gracias a su amistad con el emperador Constantino. Su obra contiene datos de historia civil durante todo el siglo III d.c.

En el siglo V dc el sacerdote Paulo Orosio escribió su Historia Universal desde Adán hasta el año 410 dc, (Historia en siete libros contra los paganos) alabando el reino de Dios cristiano como oposición al paganismo previo. En estas obras, hechas con espíritu cristiano, se habla del Hijo de Dios, de las comunidades cristianas y del Apocalipsis, de la fe cristiana y del evangelio; pero en relación al mundo romano, y sin mencionar a Jesús como el Cristo referido arriba.

Se demuestra más bien que en sus orígenes los cristianos celebraban asambleas secretas reducidas: En los pueblos las hicieron en cementerios, en Roma en sus necrópolis subterráneas llamadas catacumbum, y en ciudades menores las hicieron en las criptas de entierro de los cristianos muertos; como hacían desde tiempo antes los artesanos humildes de los collegia tenuiorum [gremios]. En sus sepulturas representaban con cincel toscos símbolos de sus esperanzas: el cordero, el buen pastor, la viña o el pez. El pez se hizo conocido porque pez en griego es IXORZ, palabra cuyas letras forman el monograma ''Jesucristo hijo de Dios y Salvador''. En estas asambleas se leían epístolas y Evangelios, y algunos asistentes entraban en éxtasis (carisma en griego, descendimiento del Espíritu Santo) clamaban palabras edificantes y profecías. Los nuevos cristianos eran admitidos luego de que el agua del ''bautismo'' les lavara todos sus anteriores pecados.

Desde sus orígenes la religión del cristianismo enseñaba resignación, apartando a numerosa población pobre de la sociedad romana (es decir la totalidad del Imperio) de formas concretas de participación contra el dominio romano. La historia posterior del cristianismo muestra que dejó de ser una religión de los pueblos asiáticos dominados por Roma, de esclavos y empobrecidos, convirtiéndose en una religión como las demás instrumento de influencia dominante. Al no llegar Cristo, las esperanzas mesiánicas se debilitaron y esto generó un fenómeno histórico fundamental: el cambio de la composición social de las iglesias. Los ricos y poderosos romanos y asiáticos empezaron a hacerse cristianos, colmando las comunidades con donativos e incluso convirtiéndose en santos patronos de iglesias cristianas enteras. Es el caso de la gran familia patricia de los Metelo, o Marcia la cortesana del emperador Cómodo.

Esta evolución se acentuó el el siglo II e inicios del III, sufriendo las iglesias cristianas una transformación profunda. Algunas se convirtieron en propietarias de herencias, casas de alquiler, tesoros y dinero; y ser sacerdote se volvió una profesión. La obra Sobre la muerte de Peregrino de Luciano de Samosata (escritor sofista griego del siglo II de fina ironía, autor de obras satíricas) muestra a aventureros y ladrones haciéndose nombrar para el cargo de sacerdote y explotando la credulidad de las gentes sencillas. En los sermones se oyó la nueva idea de que los esclavos debían ser sumisos porque todo poder emana de Dios. El nuevo tipo de dignatario, el obispos [prelado con poder para gobernar una iglesia] vigilaba las metrópolis [cabeceras de región] en obispados que se convirtieron en residencia de esta suprema autoridad religiosa.

En adelante, sin la ordenatium [imposición de manos] de los obispos, los kleregiê [servidores del culto elegidos por las iglesias, que ha recibido órdenes sagradas] no podían desempeñar su ministerio ni bautizar. Al comenzar a disfrutar de una autoridad especial, los obispos de Alejandría, Antioquía y Roma iniciaron la multiplicación de complicados ritos cristianos, tomados de otras religiones.

El bautismo y la comunión se convirtieron en ''misterios'' iguales a los de los adoradores de Cibeles y Adonis. El culto mitríaco dio la base de la leyenda del nacimiento de Cristo en una cueva. La vulgarización de las doctrinas paleocristianas y en particular de Séneca (el padrino del cristianismo) estableció un sistema ético cristiano basado en la humildad y la paciencia. Filón el Hebreo, escritos egipcio del siglo I, llamado ''el padre del cristianismo'' realizó el sincretismo del judaísmo con la filosofía griega, inspirando el siglo II la doctrina cristiana del logos [el 'verbo'] y sobre todo la de los ággelos [en griego mensajeros]. Los ángeles eran considerados espíritus celestiales en varias religiones, creados por la divinidad para su servicio y para mediar con los mortales. Es un claro ángel el Shedu babilónico, el Amesha zoroastrista, el Hermes griego, y los de los antiguos textos hebreos. El cristianismo retomó esta figura.

En el siglo III los obispos empezaron a reunirse en sínodoi [asambleas y reuniones de sacerdotes bajo presidencia obispal, sin carácter conciliar] para decidir qué proposiciones y doctrinas serían obligatorias y cuáles se condenaban. De la abundante literatura paleocristiana sólo se reconocieron como canónicos los cuatro Evangelios citados, Los Hechos de los Apóstoles, las 21 epístolas y El Apocalipsis de Juan. Todos los demás escritos fueron considerados apócrifos y se prohibió servirse de ellos. Toda desviación de la ''verdadera doctrina'' (ortodoxia) fue declarada herejía [error pernicioso] mereciendo el castigo de la separación de la comunidad de fieles e incluso el anatema (maldición).

Esta actividad obispal y sinodal tuvo como resultado el aislamiento, la crisis y desaparición de las comunidades cristianas en asamblea, las ekklesias, dando lugar a la poderosa organización de la Iglesia oficial, conjunto jerarquizado de los fieles y el clero de la religión cristiana.

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La Fabula de Cristo ante la Justicia


¿Existió un hombre llamado Jesús?

La pregunta, más comunmente planteada en cursos de historia o teología, será debatida este mes en un tribunal en Italia. Un juez en la localidad de Viterbo, al norte de Roma, ordenó a un sacerdote comparecer para probar la existencia histórica de Jesucristo, según informa la prensa británica.

El caso contra el padre Enrico Righi fue planteado por Luigi Cascioli, ex estudiante de sacerdocio y agrónomo jubilado, descrito por la prensa como un "ateo militante".

Cascioli, autor de un libro titulado "La Fábula de Cristo", acusa a la iglesia del delito de "sustitución de persona" y asegura que la figura de Jesús fue construida a partir de un cierto Juan de Gamala, un judío que se opuso a la ocupación romana en el siglo I en Palestina.

También señala que la iglesia es culpable del crimen de "abusar de la creencia popular" inculcando como hechos reales aquellos que "no son otra cosa que inventos".

La disputa surgió cuando el padre Righi denunció en una publicación de su parroquia los argumentos de Cascioli, quien decidió presentar una demanda ante la justicia. Un magistrado rechazó inicialmente ocuparse del caso, pero Cascioli apeló y un tribunal superior decidió que el caso era admisible.

(BBC MUNDO - Enero 2006)

Wednesday, January 26, 2005

Pruebas de la existencia de Cristo

Los cristianos creen que Jesucristo es el hijo de Dios que se hizo hombre y habitó entre nosotros, pero, al margen de si era o no el hijo de Dios, ¿habitó realmente entre nosotros? ¿Qué pruebas hay de que Jesús existió como ser humano?.

Los evangelios

La principal evidencia de la historicidad de Jesús, para los cristianos, son los Evangelios. Los 4 escritos que relatan la vida de Jesús están llenos de eventos sobrenaturales, mágicos e inverosímiles; se refieren a Jesús como un ser mitológico, hijo de Dios y mujer. Los milagros y fantasías les quitan valor histórico. Los evangelios se escribieron más de cien años después de la supuesta muerte de Jesús, sus origenes y autores son desconocidos, más alla de que la tradición cristiana los atribuya a los apóstoles. Los evangelios contienen imprecisiones cronológicas, históricas, geográficas y de costumbres de la época. Por ejemplo, se relata que José Y María tuivieron que viajar a Belen para que los censen; eso es absurdo, todos los censos romanos contaban a la gente en el lugar en que vivían y nadie tenía que viajar al lugar de su nacimiento para ser censado. Los 4 evangelios considerados oficiales no son los únicos que relatan la vida de Jesús, existen otros llamados Evangelios Apócrifos, que se escribieron en la misma época y que difieren en la biografía de Jesús; esas diferencias biográficas no se presentarían si realmente hubiera existido el Jesús de carne y hueso. Todos los historiadores serios coinciden en que los evangelios no son fuentes históricas confiables, solo hablan de un Jesús mítico, no son prueba de que el Jesús histórico haya existido

Fuentes no cristianas

También se presentan algunas pruebas de fuentes no cristianas, siendo las más importantes los escritos de Josefo, Tácito, Suetonio y Plinio el Joven. Veremos que dicen de Jesús:

1.- Flavio Josefo: (37-94) En el tomo XVIII de su obra "Antigüedades Judías", hay un pequeño párrafo que se refiere a Jesús y que la Iglesia llama "el Testimonio Flaviano". La falta de autenticidad del párrafo es reconocida incluso por académicos cristianos y es por demás evidente: El hilo del relato de Josefo se trunca antes, y continúa después, de la cita. Josefo supuestamente se refiere como un hecho a la "Resurrección del Mesías", afirmación absolutamente inverosímil pues Josefo era judío ortodoxo y como tal no creía en la resurrección de los muertos, ni tampoco en la llegada del Mesías, como se aprecia en toda su obra. Jesús no es mencionado en las cientos de hojas anteriores ni restantes de la obra de Josefo (ni de ningún otro historiador de la época). El "Testimonio Flaviano" se menciona por primera vez en el siglo IV; el historiador cristiano del siglo III, Orígenes, hace referencia a la obra de Josefo y no menciona el párrafo sobre Jesús, no obstante que hubiera sido de capital importancia para sus propósitos; es evidente que en época de Orígenes aún no existía la inserción. La propia Iglesia Católica reconoce que la cita contiene "interpolaciones piadosas hechas por frailes transcriptores de siglos posteriores", forma elegante de reconocer el fraude.

2.- Tácito (54-119) relata la persecución de cristianos por Nerón tras el incendio de Roma. Aún en el supuesto de ser auténtico, el relato no prueba que hubiera existido Jesús, solo probaría que había cristianos en época neroniana. Los académicos dudan de la autenticidad de estas referencias, entre otras cosas porque se acusa a Nerón de incendiar Roma, lo cual es mentira pues está probado que Nerón no se encontraba en Roma en época del famoso incendio.

3.- Suetonio (75-160) se refiere a un tal Crestus que se encuentra en Roma incitando a la rebelión en época de Claudio, entre el 41 y 54 de nuestra era. Crestus es un nombre griego de la época y significa "Bueno", mientras Cristo significa "Mesías", no son la misma persona. Según las tradiciones cristianas Jesús nunca viajó a Europa y murió en el 33; por lo tanto no podría estar creando disturbios en Roma en el año 41.

4.- Plinio el Joven (61-115) dice en una carta que "al amanecer los cristianos entonaban cantos al Cristo como su Dios". Eso tampoco prueba que haya existido el Jesús histórico, solo prueba que ya había cristianos en el siglo II.

Fabricación de pruebas

También se mencionan algunas otras pruebas, pero son muy poco serias para tratarlas todas. Baste el siguiente ejemplo, hay una carta de un ficticio Publius Lentullus "Presidente de Jerusalén" (cargo también inexistente) en la que describe a Jesús de la siguiente forma: "Es de estatura alta.. sus cabellos son de color de avellana ..... la cara agraciada por un agradable sonrosado ... los ojos .. azules claros". Esta carta apareció en Europa en el siglo XIII y dio origen a la imagen del Jesús europeo que hasta hoy vemos en la iconografía cristiana. Pese a lo evidente del fraude, la carta de Lentullus aparece como verdadera en algunas páginas web.

¿Cristianismo sin Cristo?

A falta de pruebas, los cristianos argumentan que no podría haber Cristianismo sin Jesucristo. Eso es cierto, pero no es necesario que Jesucristo haya sido una persona de carne y hueso; para fundar la creencia es suficiente que exista el personaje mítico. Y es lo más factible pues es altamente improbable que un grupo de personas, por crédulas que sean, acepten que uno de ellos sea Dios, primero, por lo esquizofrénico de la pretensión, y segundo porque los judíos eran fervientes monoteístas y no concebían hombres-dioses en sus tradiciones

El origen del mito de Jesús

El Jesucristo humano de los evangelios aparece como consecuencia de la fusión del mesianismo judío y de las religiones gentiles, helenísticas y orientales. En esa época se veneraba a Dioniso, a Mithra y a Krishna, hombres-dioses con historias sospechosamente similares a la de Jesús pero cuyo origen es mucho más antiguo que el cristianismo. La historia del Jesús humano se va formando conforme el mesianismo se aleja del judaísmo y se propaga entre los gentiles, diferentes grupos de cristianos fabrican su propia imagen de Jesús y su propia versión de la doctrina, surgiendo disputas entre ellos. Recién en el siglo IV, en el Concilio de Nicea, los obispos cristianos echan al voto cual iba a ser la historia oficial de Jesús. A partir de entonces se aceptaron los 4 evangelios oficiales y se descartaron muchos otros, apócrifos, que relataban biografías de Jesús diferentes o que presentaban otra concepción del dogma. Por siglos se han enseñado los evangelios oficiales como si describieran una historia verdadera. A través de los siglos se ha impuesto el mito de Jesús. Los libros de historia, las enciclopedias y los medios de comunicación, repiten esta mentira oficial hasta hoy, pero sigue siendo solo un mito. No hay pruebas de que Jesús haya existido.

"Ausencia de pruebas no es prueba de ausencia"

Otro argumento utilizado para defender la historicidad de Jesús, es que "la ausencia de pruebas no es prueba de ausencia". Este razonamiento es solo parcialmente válido; no se puede probar que Jesús no existió, pero quien debe presentar pruebas de que algo es verdad es quien afirma tal cosa y no quien la niega. De lo contrario podríamos decir que "como no se puede probar que los extraterrestres no dominan el mundo, entonces es cierto que lo dominan". No corresponde a los escépticos probar que Jesús no existió. Son los que afirman que sí los que deben probarlo.

La fe o la verdad

Ante la abrumadora falta de pruebas y argumentos racionales a los cristianos solo les queda la fe, y se aferran a ella porque en el campo de la fe no hay razonamiento que valga. Jesús existió pues ellos desean fervientemente que haya sido así. Es un fenómeno psicológico similar al que ocurre hoy con el pueblo norteamericano, muchos no creen que su ejército haya invadido injustamente a Irak ni que estén asesinando inocentes. Creen en Bush, el "comandante en jefe" y aceptan su versión de los hechos Es la misma hipocresía que ha llevado a los cristianos, por siglos, a preferir la mentira que se les impone a la verdad que los compromete. Así se ha aceptado hasta nuestros días el mito de Jesús, no tiene que ser cierto, de tanto repetirse termina creyéndose. Es una concepción errada del mundo, es el error de los padres, de los maestros, de los amigos, de la sociedad. Entonces, pensamos, tiene que ser verdad porque tanta gente no puede haberse equivocado de tal forma y por tanto tiempo. Pero, así ocurre, Jesucristo es solo un mito, no hay pruebas históricas de que realmente haya existido.


Walter